SIENTE TU HOGAR

SIENTE TU HOGAR


En estos tiempos hacer la compra ha dejado de ser un trabajo doméstico más y ha pasado a ser todo un ejercicio de premeditación y supervivencia. Creo que voy a comenzar a ir al hipermercado con sedantes y un equipo de explorador. Ya no basta con llevar un papelito con la lista de la compra, ahora todo es mucho más complejo y te ves envuelto en una especie de gymcana que pone a prueba tu resistencia y economía al mismo tiempo.
Hace bien poco me tocó cambiar de lavadora, la que tenía comenzaba a despertar interés entre los coleccionistas. Recuerdo alguna madrugada que me iba a leer junto a ella para que se animara a cumplir bien el centrifugado. Era una Corberó del siglo pasado que se movía tanto que alguna vez me la crucé por el pasillo y con los años le cogí incluso algo de afecto. Pero una noche desperté de un sueño en el que aparecía junto a mis hijos en el libro de familia y decidí sustituirla inmediatamente.  
Nunca pensé que pudiera haber tantos modelos de ese electrodoméstico en un centro comercial. Pasé por delante de ellas como quien pasa revista al estado de las filas en un cuartel. Todas con un aspecto formidable, alineadas como para la pasarela Cibeles y con unos diseños tan modernos que solo les faltaba llevar carmín en la boca de carga. Comencé a descartar las de mayor precio y luego me centré en sus cualidades. Ahora las lavadoras llevan en la solapa etiquetas con sus especificaciones como si portaran la condecoración Laureada de San Fernando o El Mérito Civil. Al cabo, necesité asistencia. Alguna de ellas ofrecía como reclamo atribuciones del tipo “Motor digital inverter”, “Ecobubble”, “Addwash” y con función “Smart check” en su “Tambor de diamante”. Quedé estupefacto y comencé a preguntarme si alguna de ellas simplemente lavaba la ropa. Ninguna tenía la etiqueta “Lava la ropa” así que pregunté en el mostrador.  El empleado me habló bien de todas ellas,  -Le darán un buen servicio, aseguraba. Me explicó en cuestión de segundos todas aquellas propiedades, no me dio tiempo a escuchar nada pues parecía que estaba dando un temario ante un tribunal. Inmediatamente se interesó por mi número de cuenta. Desistí de entrar en profundidades y opté por una que cumpliera bien con el lavado y la centrifugación que me tenía muy preocupado. Nunca pensé que la centrifugación de una lavadora me iba a producir tanta incertidumbre y me contuve de preguntar si el aparato acostumbraba a salir de noche o pedir libres los domingos.  Creo que compré bien, la nueva adquisición musita alegremente cuando acaba el programa de lavado y tiene una pantalla muy graciosa que me deja elegir las revoluciones y me ofrece “Cuidado infantil”; una pena que en casa ya no haya niños, tengo verdadera curiosidad por saber en qué consiste esa función.
Aproveché mi visita al gran supermercado para mirar también por una batidora. Cuando las tuve delante observé que estaban todas en promoción 3x2. Me conté los brazos y me pareció una oferta absurda, ¿quién puede necesitar tres batidoras? El caso es que pensando bien la oferta consideré mirar mi agenda de teléfono y llamar a algunos conocidos con la excusa de felicitarles el año nuevo y de paso dejar caer si andaban necesitados de una batidora nueva y así disfrutar juntos de la oferta. Me sentí tan incomprendido que cogí una de esas de toda la vida que ya saben cómo te gusta la mayonesa y empujé mi carro con orgullo hacia adelante. De reojo vi un aspirador robot con “Navegación inteligente” y aceleré el paso como alma que lleva al diablo.
Continué mi travesía por un amplio pasillo plagado de carteles y reclamos que parecían tentáculos de los que resultaba muy difícil escapar. Busqué la perfumería para cumplir con un detalle que tenía pendiente. Una vez allí traté de aligerar la compra y busqué por mi mismo entre cientos de perfumes con nombre de famosos. ¿Será que huelen mejor que el resto de los mortales?, me pregunté. No encontraba el que quería y pregunté por él. Nadie sabía nada de aquel perfume. Las chicas de la sección se miraban entre ellas y me sugirieron que buscara entre los recambios de automóvil. Lo intenté por todos los medios, incluso lo pronuncié con acento francés dando por hecho que esa era la clave del malentendido, pero nada. Debería estar más atento cuando salen los anuncios en televisión y volver sabiendo decir como dios manda “Jadore”.
Arrastré pesaroso el carro y continué. Me di cuenta que tenía tendencia de izquierdas y se dirigía él solo hacia ciertos productos de ese lado del pasillo, pero no quise cambiarlo por otro no vaya a ser que lo que estuviera inclinado fuera el centro comercial entero. Ya me ocurrió una vez con una reclamación en el aeropuerto de Málaga y entonces el contratista de la escalera mecánica que no daba con la avería atribuyó ese defecto a la obra general, -El aeropuerto está torcido- me dijo mientras recogía sus herramientas.  Mi desconocimiento en el cálculo de estructuras me hizo ser prudente en este sentido y seguí tirando del carro con la pesada compra y sus tendencias progresistas.

Una vez alcanzada la zona de los comestibles me dirigí hacia las conservas. Yo sólo quería un poco de bonito en aceite y aquello  fue un nuevo quebradero de cabeza. Nunca pensé que pudiera estar veinte minutos para elegir un frasco de bonito del norte. Nada más entrar en el pasillo de las conservas se me vino encima el expositor de una nueva marca que aseguraba que era un producto “sin mercurio”. Mientras observaba aquellos apetitosos lomos bañados en aceite me preguntaba si acaso todos los demás lo llevaban y me sentía un imbécil por haber estado toda la vida sin fijarme en ese ingrediente letal que llevaba años envenenándome. Ya decía yo…. Me dije a mi mismo al tiempo que por fin esclarecía el motivo de todas mis dolencias articulares. Observé otros frascos tratando de localizar las bolitas de mercurio nadando entre las lascas pero parece que las disimulaban muy bien y comencé a sentir escalofríos. Opté por dejar el frasco para otro día, mi cabeza no daba mucho más de sí. Cogí varias cosas más sin querer leer etiquetas ni saber nada de las ofertas ni si aquello para los espaguetis era tomate o escalibada. Con un último esfuerzo me lancé a encontrar la salida.
La tarde ya se había esfumado y el hipermercado estaba repleto de gente. Observé que muchos vagaban sin llevar ningún producto encima y que otros merendaban clandestinamente en las esquinas. Familias al completo, grupos de escolares, coloquio-presentación del jamón ibérico para extranjeros, encuestas a pie de pescadería, cata de sopa de pez limón con cilantro y máquinas parlantes que te enseñaban a utilizar una bayeta en ocho pasos. En poco tiempo se hizo dificultoso circular con el dichoso carro y el ambiente era irrespirable. Cuando aboné la cuenta la cajera me dijo si quería los puntos para la promoción “Construye tu propio retrete” y creí morir. Decidí dar por terminada la jornada y refugiarme en mi casa, estaba  exhausto. Ya no recordaba ni cuando me entregarían la lavadora ni quise volver a preguntarlo. Subí la compra y me tumbé en el sofá a la espera de que dieran de nuevo el dichoso anuncio del perfume.
                                                                           Juan Bosco García Lozano

Comentarios

  1. Eres la leche Juan, me he partido de risa de principio a fin y si tú acabaste exhausto por la compra, yo he acabado igual de reírme a carcajadas. El caso es que a la vez que leo visualizo la escena y te imagino por los pasillos del centro comercial huyendo como del diablo jajajaja.

    Ahora te voy a contar lo que le pasó a una tía abuela mía sobre el asunto que relatas de la lavadora que sale andando. A ella le pasó de verdad, pobrecita, tan mayor y el susto que se llevó estando sola en casa, porque su hija y su nieta habían salido. Resulta que escuchó un ruido distinto del normal del centrifugado y acto seguido un estruendo que la hizo ir corriendo al cuarto de baño a ver que pasaba y se encontró la lavadora tapando la puerta, pero para llegar hasta allí había arrancado de cuajo el lavabo, menos mal que se quedó atascada con el marco de la puerta, si no, se recorre toda la casa persiguiendo a mi tía jajajaja, no puedo evitar reírme, aunque en su momento fuera una faena.

    Gracias por el buen rato que me has hecho pasar, mañana más!
    Saludos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias por todos tus comentarios, Mari Carmen, y gracias por la historia de tu tía abuela que es muy divertida también. Espero que sigas visitando mi blog de esta forma tan activa y apasionada. Ahora estoy en otro tipo de textos y pronto los iré colgando. También estoy preparando nuevas lecturas ... Un abrazo muy grande para ti.

      Eliminar
    2. Bravo Juan! What a trip that was. Almost like being in a jungle of appliances. LOL I hope you finally found out the name of your happy Parfume.

      Eliminar
  2. Puff . Me has quitado las ganas de ir al supermercado
    Buenísimo tu relato

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Tus comentarios siempre son bienvenidos.

Entradas populares de este blog

MÁS ALLÁ DEL ENTENDIMIENTO

UN PASEO POR COSTALITA