LA EMISORA RUSA
LA EMISORA RUSA
Dicen en la radio que una emisora rusa lleva más de treinta
años emitiendo ruidos misteriosos desde algún lugar remoto. Son ya unos treinta
y cinco años emitiendo un sonido monótono durante veinticuatro horas al día y
al parecer, de vez en cuando, una o dos veces por semana, una voz de hombre o
mujer difunden unas palabras así como “bote inflable” o “especialista en
agricultura” y eso es todo lo que emite. Confieso que he pasado varios días
pensando en ello, me he llevado el asunto a mis paseos por la playa, lo he
tratado de visualizar mientras preparaba un sukalki e incluso me he acostado
con él como si lo hiciera en el sillón del psicoanalista. ¿Es una soberbia
estupidez o el extraordinario ejercicio de una nueva corriente humanista?
¿Serán ecos de especímenes humanos buscando un futuro, un empleo? Los soportes
de la nueva conciencia planetaria no me aportan solidez en mis conclusiones así
que mantengo la duda pero la traigo conmigo a este blog y a ver qué pasa. Hoy
me he sorprendido ejercitando mi cuello con una perplejidad gallinácea frente
al café de la mañana, de pronto han confirmado el aumento de audiencia de tal
emisora.
En mi vagabundez de alborada, he llegado a la conclusión de
que por algún lugar del espacio también deben de estar viajando, desde hace
unos cuantos años, alguna de mis voces. Por ejemplo… ¡Que te levantes! o ¿has
hecho ya los ejercicios? Me pasé varios años emitiendo yo también esas señales acústicas
por los pasillos de mi casa cuando mis hijos eran aún adolescentes. Respondían,
con ese retardo tan típico de la distancia generacional, con un “en cero coma” o
“Ahora voy”. Supongo que todo ello estará flotando en la estratosfera como
testimonio de los logros de la conocida era de la comunicación.
El caso es que he buscado ayuda.
Busqué profesionales del gremio, a bajo presupuesto que es lo que se lleva, y
di con un tipo que era “Técnico en Radioprotección”. Me puse en contacto con él
no sin antes preparar un poco el encuentro. Repasé en Youtube varios tutoriales
de la comunicación a través de las ondas sobre cómo montar estaciones de alta y
baja frecuencia suponiendo que al invertirlos conseguiría comprender cómo se
desmontan. Una vez me sentí capaz de mantener la entrevista, me cité con él en una
cafetería del extrarradio. Le convidé a un té y comencé a exponer mi
preocupación por aquella emisora fantasma y el significado que pudiera tener para
la humanidad. Tal vez un nuevo Banksy de las ondas, le dejé caer mientras daba
un sorbo ciego a su taza. El tipo me escuchaba pacientemente, de vez en cuando
afirmaba ligeramente con su cabeza y desviaba la mirada hacia la tostada con
mermelada de la señora de la mesa de al lado.
Mire, en realidad mi especialidad
consiste en asegurarme de cerrar bien la puerta cuando el paciente ha entrado
en la sala de rayos -dijo con desgana- y
no va mucho más allá de comprobar que los rostros de la sala de espera se ven
libres de mutaciones. Creo que no podré ayudarle en su investigación. El
radiólogo no me cede más competencias, ¿me comprende? Gracias por el té, me
llevo la galleta.
Me acuesto cada noche con la
incógnita de la emisora rusa. He probado a forzar los límites de la rueda del
dial, a hacer psicofonías de emisoras que solo emiten pitidos y chasquidos pero
no me encuentro, de momento no hay ni rastro de mis voces del pasado. Me rodea
una moderada sensación de ansiedad, como si me enterraran vivo. Y sin embargo,
muy a menudo me saca de ese espectro una
llamada desvelada, de alguien que está liberando espacios en su ropero para las
nuevas ilusiones y quiere saber si he tomado ya el lormetazepam. Me envuelve un
“que descanses” en el río inagotable de la tranquilidad de su conversación y
entonces una onda invisible de galenas y
pensamientos va de mi casa a la suya y dejamos las cosas ahí, donde deben estar
para otro día.
Juan Bosco García Lozano
Me ha sorprendido gratamente este artículo por lo que tiene de enigmático, me gustan y me intrigan a la vez esos fenómenos que no tienen explicación. Hace años leí algo sobre el asunto de una extraña emisora sin identificar pero lo había olvidado. Ahora me has despertado el gusanillo de la curiosidad, pues no sabía que aún sigue abierto el misterio.
ResponderEliminarYa estaba echando en falta algo nuevo que leer en tu blog y me ha gustado mucho.
Saludos
Muchas gracias, Carmen. Tus comentarios siempre son muy bien recibidos. Espero que sigas leyendo mis escritos con ese interés que agradezco sinceramente.
EliminarFantástico … como siempre
ResponderEliminarHola, Aspirina! Gracias por pasar por aquí y dejar tu rastro acetilsalicílico. Es reconfortante. acadash@gmail.com
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