EL DESGUACE
EL DESGUACE No hace mucho me telefoneó una amiga a la que hace tiempo que no veo y conversamos sobre las costumbres que vamos adquiriendo a partir de los cincuenta. Me proponía un reencuentro, hacer unas risas y asomarnos al mundo que nos rodea. Cada vez salgo menos, le decía yo, creo que esto de salir de noche es inversamente proporcional a lo que saliste de joven, y yo, la verdad, no es que saliera, es que no entraba. Traté de disuadirla. Querida, mi silueta ya no lleva bien camuflarse en el desfile de sombras justo antes que salga el sol y en mi mesilla lo imprescindible empieza a ser el vaso de agua. Ella me entendía y se reía de mis conclusiones, se mostraba contraria a mi parecer, le gusta salir, bailar y disfrutar de los encuentros en las barras de bar, intercambiar frivolidad por compañía rápida y no demasiado comprometida. No recojo más que mentiras pero el alcohol me ayuda a volver a casa con algo que tirar a la basura sin remordimientos, me decía. Salí ...